domingo, 29 de agosto de 2010

A otra cosa


Ayer fué un gran día. Me desperté con la intención de que fuera así. La intención tampoco cuenta, yo ya estaba quemado. Quemado de las fiestas, quemado de la gente, quemado de un verano no demasiado especial. Al menos me dejó buenos recuerdos.
Ayer nada más levantarme y tras haberle pegado una patada a la mesilla de noche, aparece mi madre tendiéndome un ejemplar de "El Progreso" en la mano. "Recibe una brutal paliza de una banda de menores en Foz al salir en defensa de su hijo". La cara de mierda con la que me levanté no necesité molestarme en cambiarla. Era evidente que si mi madre me enseñaba eso era porque conocía a los implicados. Al leer la noticia no parecía haber más información que la del título, sólo que los jóvenes eran de Burela. Luego mi madre me ilustró. Por supuesto el suceso no se parecía en nada a lo que el periódico decía. La guardia civil arrestó indiscriminadamente a autores y testigos. Y ahora las malas lenguas hablan como el periódico y metiendo en el mismo saco a agresores y testigos. Claramente en esto hay intereses políticos de por medio, llegándome bastante cerca.
Qué día más bonito, pinta bien. No veo tabaco por ninguna parte. Desayuno indecentemente y me voy al ordenador. Me alegro un poco el día hablando con la gente. Hasta me sentí algo mejor y me puse a escribir algo del Naseiro con actitud solemne y positiva. Coquetear por el chat dejó de ser una costumbre, pero he vuelto a hacerlo. Es una mierda, pero siempre es más fácil encontrar el momento así y no rodeado de gente que no deja sitio ni para mover la nuez.
Acabé yendo al coche a por el tabaco y empecé a pasar una asquerosa tarde junto al ordenador, lejos de los libros que me amenazaban amontonados sobre el escritorio. Las hojas sueltas que sobresalen de sus páginas vibran con la corriente produciendo un molesto ruído cual palabras cargadas de indignación.
Llegaron las cinco y, cansado ya de todo cogí la bicicleta y me fuí a San Cibrao (Porque sí). Fuí a ver si hacía una visita a mi padre, pero no estaba, asique me paseé un poco por allí antes de volver a Burela. El viento fuerte en contra no podía faltar.
A la noche fuímos a foz. No tuve que conducir, nos llevaron, asique la ginebra empezó a fluír. Bebimos, cantamos y gritamos "ieeee" (costumbre popular). Parándome a hablar con un compañero de penurias de Ferrol perdí al resto de la compañía, así que me fuí con él, su novia y una amiga para pasar el mejor momento de la noche: el baño en la Playa.
Los dejé cuando recibí un mensaje: "dolce vita". Allá fuí yo y entrando en el pub me recibe con una sonrisa perfecta de la que casi me enamoro para presentarme a su madre y compañeras de trabajo. Posteriormente me sentí arrastrado de un lado para otro sin sentido, para acabar en la Zooropa. Bailar tonterías, quitarse medio atuendo, cantar y beber fué lo que hicimos todos ya reencontrados. Se sacaron fotos muy indecentes. Demasiadas.
Cuando oigo decir que se va el autobús ya llevaba regalando cariño, besos y mordiscos un buen rato. Cuando daba un beso una carita se giraba y miraba para otro sitio. Mal. Error. Repito la operación. Fracaso. Me alejo. Se acerca. Baila. Vuelvo a entrar. Nada. Me alejo de nuevo. Ya no se acerca. Estupendo. Ya puedo hacer lo que quiera. Error. Ella vuelve y pregunta por alguien que no sé donde está. Se queda y baila. Me agarra de una mano y me lleva entre la gente a un hueco libre. Bien. Otra vez a la faena, siempre con preliminares. Nada, hasta escuché un "no", pero su cara seguía sin ser seria. Se estaba divirtiendo, pero yo ya me cansé. Me dediqué a hacer el idiota. Cuando me dispuse a salir hacia el bus me acerqué a ella y le besé el cuello. Ella hizo lo mismo. ¿Cómo? No es posible. Subí un poco la cabeza y mientras la miraba a los ojos rozándonos la nariz dijo "no". Esto sí que me desconcierta. ¿Me quería para darle celos a alguien o qué? La indignación es lo único que se me ocurre para acabar con esto a la espera de que alguien me lo explique. Mientras tanto perdí el autobús.
Para más desconcierto a una amiga mía le pegaron una paliza y hubo que llevarla al hospital. Al menos de paso me llevaron a casa. Creo que fué un día expléndido para recibir un giro.

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