lunes, 21 de junio de 2010

¿Qué es perfecto?

Cambias una palabra, cambias una idea. Cambias una idea y cambias un manifiesto. Nadie escribe perfecto. El que diga que si miente, y si además habla de sí mismo, peca de orgullo infundado. Cualquiera puede expresar sus ideas de forma clara, incluso retórica, pero nunca perfecta. No conseguirá que el lector sienta lo que uno desea porque siempre habrá un margen de error. Es lógico, cada lector es distinto.
Si hay cualquier resquicio que, a tu modo de ver, falte o sobre en un texto que tú hayas escrito, cámbialo sin dudarlo. Sabes que más tarde cambiarías más cosas, pero estarás mucho más satisfecho de lo que has dejado atrás. Lo que piensas cambia constantemente. Lo que escribes es permanente. Si te tomas tu tiempo, la riqueza de tu obra crece. Más palabras no son más ideas, simplemente más tiempo que el lector tenga que gastar leyendo, cuando estaría mejor invertirlo en hacerle pensar y sentir. Por eso no sólo se debe escribir lo que se piensa, sino también pensar lo que se escribe. Lo cerca que pueda estar de las ideas aquello que está escrito es la unidad de medida de la calidad, y debe aproximarse a los sentimientos del lector, hacerlos seguir la corriente de las palabras. Si lo consigues, puedes estar satisfecho. No busques la perfecta armonía donde no la hay, pues ni la mente ni el lenguaje son herramientas de precisión.

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