lunes, 28 de junio de 2010

La ventana

El día se va perdiendo en algún horizonte que no da a la ventana. Sobre ella, mis manos apoyadas son lo único capaz de empañar los cristales. Ya hay luces anaranjadas en la calle, mientras el calor se niega a abandonar el ambiente. En una ventana de enfrente alguien me mira por un segundo, pero yo sigo con la cabeza bajada y las manos en el cristal. No me importa.
Casi todas mis pertenencias están en el coche y el piso está vacío. Muy vacío. Estoy a punto de largarme y ni siquiera eso me anima. Quiero volver a mi tierra, pero algo me falta. No quiero dejar aquí nada. Sigo creyendo que esta ciudad me ha robado. Dejémoslo. Quizás lo que haya perdido ni siquiera esté aquí. Tampoco sé lo que busco. Alguna estupidez.
Oigo salvajes chirridos de neumáticos y veo dos coches salir a gran velocidad de la glorieta. Despierto. Estas cosas son habituales aquí, al igual que, como no, los accidentes. No me fijo en ningún transeúnte, hasta que milagrosamente reconozco a alguien. Es morena y muy guapa. No diré su nombre, pero sí que me lleva dos o tres años, y que una vez estuvo a punto de subir conmigo al piso. La causa de no haberlo hecho fué su cierta insistencia con "nunca lo hago en la primera cita". Al día siguiente marchó para Madrid. Después de más de seis meses la veo de nuevo, tras un cristal y sin ganas de nada. O con ganas de todo, pero sin humor para nada. Tengo su teléfono, pero no me molesto en complicarle la vida. No creo que se muera por verme.
Estoy harto. Quiero largarme ya. ¿Por qué tienen que quedar dos días? Ya sé que la mayoría de mis expectativas para este verano se irán a la real mierda (como siempre), pero no aguanto un minuto más aquí. Pienso demasiado. Siempre lo hice, pero aquí más. De pronto veo enfrente a una chica fumando por la ventana. Estaba mirándome hasta que la ví y apartó la mirada. Es guapa y la conozco de camarera en un pub. ¿Por qué no? Enciendo un cigarro y abro la ventana:
-¡Hola!- decimos los dos a la vez. Nos reímos.
-Esto sí es sincronismo- siempre mejor que las conversaciones sobre meteorología de los ascensores con los vecinos.
-Ya te digo-
-Me estaba aburriendo mucho. Aqui no hay nadie. Estar tan solo no es sano- se rió -¿No abriréis el pub hoy, no? Me pasaría de buena gana.-
-No, ya tengo bastante con los jueves. Luego mis compañeros tienen el turno de viernes y sábados.-
-Eso me da una idea de que sólo me interesa ir los jueves, ¿no?-
-Claro, chico, cuanta más caja conmigo mejor- se rió -Bueno, me llaman ¡Un beso! ¡Abur!- y se fué. No sé por qué me pondría a decir todo eso, no iría por el pub en ningún caso.
Seguiré en la ventana como si no tuviese otra cosa que hacer. Supongo que ahora me hago una idea de que lo que me falta no está en esta ciudad.

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