miércoles, 22 de septiembre de 2010

Más mierda para dulces oídos



Una vez más delante de este ordenador. Es posible que se aburra tanto de mi como yo de él. Prefiero no planteármelo. Esta vez me duele la cabeza y me encuentro cansado. Se han acabado los pañuelos y hay un repugnante trozo de papel higiénico encharcado de mocos en la mesa. Tengo los ojos rojos y me da asco hasta hablar. Sigo fumando, más por aburrimiento que por placer.
El día se antoja nublado, para variar, y el coche está en el taller. Maldita sea, me apetecería ir hasta Prioriño y sentarme en las rocas un rato. Bonito lugar, parece mentira que esté cerca de Ferrol. Un buen sitio para quedarse mirando el mar como un idiota. Hay trabajo pendiente, pero las ganas de hacerlo hace mucho tiempo que se perdieron. Miro a cada rato si sale el señor mayor del piso de enfrente a fumar por la ventana, pero hoy no hay esa suerte, asique a aburrirse. Ni siquiera me apetece poner música. Lo único que oigo es el ruido de coches pasar sobre los charcos. Hoy tampoco pienso cocinar nada, iré a comer fuera.
Suena el teléfono... malas noticias, la avería del coche se complica y será mucho más cara la reparación. Dí que sí, una buena patada a la mesa lo soluciona todo. No ha sido muy espectacular. Probaré con la botella de agua que hay en el suelo... mucho mejor, pero aun tengo que invocar a los venerados de tantas religiones como se me ocurran, en vano, por supuesto. No importa cuantas sean, el caso es agotar el repertorio. Es divertido, quizás sea la máxima del mal humor.
Creo que ha llegado el momento de beber una cerveza, pero por supuesto, tras abrir la nevera no encuentro nada parecido. Me conformaré con la botella de licor café del salón. Está rico, creo que tomaré más. Enciendo una vela de estética funeraria. Me cago en buda, que antes se me había olvidado y empieza la fiesta. Me obligo a poner música, the Black Keys, por ejemplo. El resultado es satisfactorio y cojo una lista y empiezo a apuntar las piezas que quiero mirar en desguace para mi coche. Vaya lista, esto si es ambición. Es posible que todo esto sea más caro que el arreglo al que ahora mismo se está sometiendo. Puto dinero. A veces creo que debería atracar un banco. Pero luego no necesitaría tanto dinero. No sé si merece la pena hacer eso por un fajo de billetes y decir "con esto me basta, no quiero robar más, gracias y que pase un buen día". No me veo. Soy más cruel y más compasivo. Estoy como una puta cabra, y eso es lo que cuenta.
Sonrío por devolverle la gracia a la vela y sigo cavilando. Ahora al menos no estoy fumando, me conformo con beber. Apunto a la tele apagada con mi dedo índice simulando una pistola y digo: "no será por mí que hables hoy, estúpida". (21 de abril de 2010)

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