jueves, 30 de septiembre de 2010

Principios de septiembre



Tras una larga conversación sigues sin oír ni una palabra. No es un monólogo. Aunque veas que no digo nada sabes lo que pienso porque te lo doy a entender. Sabes lo que me hiere y lo que me alegra. Mi cara permanece impasible, pero mi silencio son palabras acumuladas cual una conversación existencial. Puedo estar mirando la pared, o la pantalla del televisor, pero sabes que te estoy escuchando.
Cada noche es la misma historia. Arreglamos el mundo o nos lamentamos de él. Tu con tus palabras. Yo con mis silencios. Mis locuciones son breves y sintéticas. Y mientras sigues con tus discursos me llenas la cabeza de historias, de problemas. Sé que no podría vivir sin esos problemas. Que si no me los contases sé que tendría que ir detrás de ti para pedirte que me hables de ellos. Sé que no están ahí para que los resuelvas tu sola. Al fin y al cabo son nuestros problemas.
Hoy me salté el protocolo por una estupidez... quizá fuese algo parecido a Chernóbil, una especie de desorden momentáneo con terribles consecuencias. No tenía la intención de mostrarlo, pero no tuve más remedio. La culpabilidad me caracteriza, y no podía cargar con más en ese momento. Como dije, necesitaba alejarme de ti por un momento, borrarte de mi mente. No por enfadarme contigo, sino porque con tu sola presencia hacías que todo lo que estuviese pensando siguiese ahí. Y no sirve cambiar de tema porque yo nunca puedo dejar de pensar en lo hablado aunque comience otra conversación con la misma persona. Encalar la pared no hace que esta deje de ser de piedra. Necesito otra pared, gente que no me diga nada de lo hablado. Gente a la que no le debo tanto.
Y cuando dije: "¿qué parte de "no quiero que estés conmigo ahora" no has entendido?" no pretendía herirte, ni decir algo cómico. Sólo quería quedarme solo para poder ordenarlo todo. Para poder desestimar mi culpabilidad y volver a hablar. Para recuperar los sentimientos y establecer una conversación normal.
Siento haberte hecho ver lo que tengo dentro, el orden de mi mundo. No es un problema, es como soy. No puedo evitar que todo lo que pase por delante de mis narices se grabe con relieve en mi conciencia.

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