miércoles, 3 de noviembre de 2010

Madrid te odia. Tercera parte


-¡Todo el mundo a levantarse!- gracias Ana, yo también te quiero. A ver cuándo te lo demuestro de la misma manera.
Había que llevar a Sara de nuevo al aeropuerto y nosotros nos marcharíamos directamente después. Decidido estaba que pararíamos a comer por el camino. Siempre sería más barato. Recogimos frenéticamente nuestras pertenencias y nos dispusimos a salir del recinto. Al pasar por recepción vimos a un hombre de aspecto aristocrático mirándonos inquisitivamente y con clara expresión de enfado. No nos dijo nada al pasar, pero estaba claro que parecía el claro ejemplo del que tomará medidas contra todo desconocido que vea en nuestra misma situación.
Antes de subir al coche nos despedimos. A Elena la veríamos la próxima semana. A Ana tardaríamos bastante más. Rellené más de un litro de agua en el depósito de refrigeración. Lo primero que pensé al ver eso era que durante el viaje de vuelta nos veríamos obligados a parar bastantes veces a rellenarlo. No lo veía divertido, pero tampoco una penitencia. Salimos gritando "¡NON VOLVO!". Aún no teníamos muy claro de si lo decíamos en serio o no, pero queríamos dejar ese mensaje grabado en el lugar más vistoso de la Plaza de Castilla.
Hacía un buen día. La cuidad realente lucía espectacular a pleno sol. Cuatro inmensas torres nos despedían del centro. Entramos en la M30 y sin problemas llegamos al aeropuerto. Dejamos a Sara prometiéndole que si perdía el avión la volveríamos a buscar. No hizo falta, pero aún así llegó bastante justa de tiempo.
Lo siguiente fué una llamada:
-A ver, crack. ¿Vas a venir a por tu portátil?
-Por supuesto. Lo dejé ahí para volver a veros. ¿Cuela la excusa?
Después de entrar hasta el pasillo, recibir el portátil y despedirnos de nuevo, salimos hasta el coche sin percatarnos de que nos seguía el recepcionista:
-Buenos días. ¿Podéis decirme qué hicísteis dentro? ¿Dormisteis ahí o algo? Esque como no sois de aquí y os vi salir ahora por la mañana...
-No, nosotros dormimos aquí delante en el coche. Entramos sobre las nueve, dentro del horario de visitas.
-¿Y de quién sois amigos?- tras un breve pero incómodo silencio y sin ver otra salida al asunto dije:
-De Ana y Elena. Las de la habitación x (no es necesario que lo lea todo el mundo un día tan expléndido como hoy).
-Ah, vale... hasta luego.
-Adiós. Disculpe las molestias.
Arrancamos con otro "¡NON VOLVO!" y preocupados por si habría algún tipo de represalia contra nuestras anfitrionas.
-¿Guadarrama túnel o Guadarrama puerto?- pregunté.
-Está claro ¿no?- Eso era puerto. El desvío estaba cerca. Me cansaba de adelantar a coches que iban por debajo del límite pero se mantenían en los carriles más a la izquierda. Alguno ni siquiera llegaba a la velocidad mínima del carril.
La cuesta se hacía pronunciada, lo que me obligaba a pisar más el acelerador para mantener la velocidad. Llegó un momento en el que con el pié a fondo no paraba de frenarse. No era normal. Bajé a cuarta y seguía perdiendo. Puse las luces de emergencia. Iba aproximadamente a sesenta cuando el motor se paró. Me orillé y puse un triángulo. Corrí a levantar el capó. De todas partes parecía salir vapor, aunque eso no era lo que más saltaba a la vista. Claramente se veía que faltaba el tapón del agua. Pegué un golpe a un faro. Maldije muchas cosas. Llegué incluso a dudar de si me había olvidado de ponerlo. No. Recordaba hasta el más mínimo detalle. Lo había puesto. Vacié el resto de la garrafa de agua en su interior con la ridícula esperanza de que solo se hubiese apagado por el calentón. Como no tenía con qué taparlo cogí mis calcetines, los envolví y los apreté con fuerza en la apertura. Luego intenté arrancarlo. No sirvió. Puse las manos sobre el centro del volante y con la voz de derrota que pude dije:
-Non volvo- Y Javi consiguió reírse. Lo hicimos todos forzándonos un poco. Llamé a mi padre. Él tenía el número del seguro, que no aparecía en el impreso de la factura.
El tiempo pasaba, mientras los coches subían la cuesta a velocidades vertiginosas despreciando totalmente mi triángulo. Algunos incluso pitaban como diciéndome "¡quítate de ahí!". Juro que si uno de esos para y me dice algo cojo el triángulo y se lo meto por un ojo. ¿Puede haber gente tan estúpida que piense que me he parado en un sitio tan peligroso para admirar las vistas? Mientras pensaba todo eso veía como el exagerado aire que movían los coches tiraba mi triángulo. Pues no pensaba salir de nuevo a ponerlo. Que se maten contra el voluminoso trasero de mi coche antes que atropellarme poniendo un asqueroso triángulo. Y que nadie se acuerde de ir a su entierro.
Al rato vi por el retrovisor un furgón de la Guardia Civil que se había parado detrás nuestra. Pocas veces he sentido alivio al ver a nuestra Benemérita, pero ésta era una de ellas. Al menos ahora los coches pasaban despacio.
-Buenos días. ¿Qué les ha ocurrido?
-Pues al parecer saltó el tapón del agua y esto se calentó hasta quedarnos sin junta de culata. Mire.- Y accioné el contacto. Se escuchaba al motor de arranque funcionar solo, sin que arrastrase con él al motor.
-Buff... ¿Y han llamado ya a la grúa?
-Sí, hace un cuarto de hora.
-Pues tienen media hora más de espera. ¿A dónde se dirigían?
-A Lugo
-¡Dios! ¿Necesitan algo?
-Creo que no podemos hacer nada más que esperar.
-Pues si tienen cualquier problema llamen al 112. Nosotros estaremos cerca.
-Vale. Gracias.- Y marcharon. Aún ni siquiera habían salido de nuestra vista y ya empezaban a pasar los coches con la misma agresividad que antes. Me gustaría abrir la ventanilla y escupirles. Pero me aguanto.
Al llegar la grúa Javi se quedó en el coche y Alberto y yo fuímos en la cabina. Llamé de nuevo al seguro para acordar el transporte, pero no paraban de hablarme de qué querían que hiciese con el coche.
-Lo decidiré mañana. Hoy es domingo y no necesitan saberlo tan rápidamente. Lo más importante ahora mismo es el taxi. Que nos venga a buscar al depósito de la grúa de Guadarrama.
-Se lo mandaremos cuando confirme la reserva. De momento tiene varias opciones. La más viable es un taxi hasta el aeropuerto y allí coger un coche de alquiler que entregerían en Lugo. Por este método no llegaría a los 181 euros que el seguro le cubre como transporte personal de asistencia en viaje. ¿Tiene usted más de veintiún años?
-No
-¿Alguno de los que va en el coche los tiene?
-No
-Entonces tendrá que esperar a que mire el resto de opciones. Le llamo dentro de un momento.
-De acuerdo.- Mierda seca. Siempre tiene que pasar algo y faltar algún requisito para hacer que la solución sea más complicada.

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